Juan Manuel Servín habló con SinEmbargo sobre su más reciente libro, una novela autobiográfica y una reflexión sobre la violencia y la delincuencia en el extinto Distrito Federal.
Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).– La idea de Juan Manuel Servín con Mi vida no tan secreta (Random House) era contar la historia de una familia dentro varias épocas de la Ciudad de México, donde el común denominador en todos ellos viene a ser una maldición, por decirlo de algún modo, “de lo que es el paso del tiempo en una sociedad que está marcada por la delincuencia, por la injusticia, el absurdo, pero que al mismo tiempo también donde puedes narrar o intentar acercarte a las texturas, los aromas, el bullicio, el caos, esta incertidumbre, esta zozobra en la que se vive en una sociedad como esta en la Ciudad de México”.
Mi vida no tan secreta cuenta la historia de Lucio, “un patriarca fallido en sus sueños de grandeza, provocador de los altibajos y pequeños logros de su familia, marginada de la bonanza de un sistema político que derivó en idiosincrasia nacional”, señala la reseña. Sus hijos, el Chispa y el Cartucho, “demonios callejeros con infancias errantes y antiautoritarias siguen la ruta marcada por sus padres y retratan una época no tan lejana”.
“Yo lo que pretendo es narrar y explorar algunas de las expresiones criminales de las que perviven en esta ciudad. Es una novela de iniciación en muchos sentidos porque es el recorrido de la infancia, adolescencia y juventud, de un narrador que está viviendo y presenciando la transformación de una ciudad y de una familia, donde todo se va desdibujando, se va desmoronando, donde la idea del bienestar es muy relativa y casi siempre está lejana por las condiciones en la historia de esta ciudad”, comentó el autor en entrevista con SinEmbargo.
J.M Servín dijo que en lo que respecta a la historia de la Ciudad de México, puede verse como “una saga fascinante, de tragedias y de desigualdades inacabables” y en donde, indicó, cada lugar, en cada momento, siempre hay personajes que brillan. “Me llama mucho la atención porque me parece que también eso increpa a la historia oficial donde todo es heroísmo y donde todo parece mejorarse aunque todos en los hechos nos conste que no es así”.
—¿Por qué lo delimitas a un tiempo, hasta el Salinato y no llevarlo más hacia la actualidad?—, se le preguntó al autor.
—Esa rabia, esa furia que aparece en el relato de la historia de la novela, llega al día de hoy, nada más que como dejo entrever al final de la novela es que mi vida cambia porque en el año del 93 precisamente por mucho responsable en la política de Salinas yo tuve que irme del país como indocumentado a trabajar a los Estados Unidos y yo permanecí fuera 10 años y en esos 10 años o casi 10 años, la situación, la dinámica social en este país cambió muchísimo por el ingreso del narcotráfico, no solamente como el nuevo monstruo de la violencia y de las tragedias para miles y miles de mexicanos que a la fecha de hoy es incontable, entonces el haberme metido yo a una empresa de esas hubiera sido no sólo pretencioso de mi parte sino imposible completarlo.
Servín precisó que para esta historia él tenía la materia prima con su familia, “con su gran carga de vivencias y de anecdotario”, lo que lo llevó a la otra labor para este texto, la de documentar “muchas de estas anécdotas o vivencias que pasaron hermanos míos, mis padres o yo mismo a través de la hemerografía, a través de libros de investigación sobre la historia de la Ciudad de México y a través de la historia criminal de esta ciudad”.
“Esto fue un trabajo de mucho tiempo porque fui en este sentido, te conviertes en un reportero pero también en un investigador para que todos los elementos de esta narración tan extensa se entrelacen y haya una consistencia y una armonía, si se puede decir de eso, para que todo fluya en un solo relato, que es un prisma biográfico muy alto en donde yo no pretendía para nada cubrir todo, ni presentarme como un investigador de la realidad o de la historia de México, todo es a través de una vivencia personal, una experiencia personal biográfica de una familia, que es muy numerosa y donde pasamos muchísimos accidentes y muchísimas experiencias en donde no todas fueron gratas, pero que me parece que eran importantes para poder delinear un capítulo, una visión sobre la Ciudad de México”, expuso.
En ese sentido, indicó que lo que narra en Mi vida no tan secreta “corresponde a la vida de unos sobrevivientes de una época en donde parece ser que también hay la idea de borrarlo de tajo como si el ayer no hubiera ocurrido, a mí me da la impresión de que por lo pronto esta ciudad es como el gran esfuerzo de su transformación es borrar el pasado”
Cuestionado sobre los motivos que pueden existir para borrar este pasado, indicó que a su parecer los capitalinos estamos apenados de lo que somos, porque ese pasado nos confronta con muchos aspectos de nosotros que no son agradables, que son indignantes.
“Simplemente la presencia del priato en México durante tantos años y que no hayan hecho absolutamente nada para mejorar la calidad de vida en esta ciudad por lo pronto, no por hablar del país, para que haya tanta gente que tenga que sacrificarse todos los días por un miserable trabajo donde tú no puedas viajar tranquilo en un transporte público porque se caen, porque chocan, porque asaltan, porque vuelcan, porque desaparecen, porque te matan ahí adentro. Esas son tareas pendientes en la sociedad y, sobre todo, de los gobernantes, de los empresarios, de la gente que tiene metido el poder, el estratificado perfectamente claro sino lo queremos ver así pues bueno, adelante, entonces vivimos padre”.
Juan Manuel Servín identifica varios puntos de inflexión que han cimbrado a la CdMx, uno es evidente, el sismo de 1985 “porque como sociedad se nos atiborró la idea de que la sociedad se estaba organizando y que había un renacimiento, a mí me parece que eso es muy cuestionable, me parece que en el discurso político de izquierdas puede ser atractivo y esperanzador, y creo que es algo que siguen sacando raja de ello, pero yo creo que para una gran mayoría esto no significa nada o muy poco, pero sí me parece que es uno de los momentos importantes del México moderno posterior a la matanza del 68”.
“Me parece que son dos puntos de quiebre en la historia social y económica de este país porque es a partir del terremoto donde entramos de algún modo, del embrión de lo que significa la gentrificación de esta ciudad, donde empiezan a entrar grandes capitales con la idea de reconstruir la ciudad o el centro de la ciudad con otra idea y creo que después de 40 y tantos años estamos viendo lo que significa eso”.